Elimar Silva no sabe la fecha exacta de las elecciones presidenciales. La mujer de 24 años, que espera a su cuarto hijo, solo conoce a un candidato: Nicolás Maduro. Vive en Belén desde que nació y aunque piensa votar, aún no conoce las propuestas o quienes son los otros nueve postulados ante el Consejo Nacional Electoral (CNE). 

En Belén, una parroquia del municipio Carlos Arvelo, en Carabobo, el método de comunicación más eficiente es el boca a boca. Elimar describe que la forma más común de acceder a información es que otra persona le cuente lo que pasa, ya que no todos en la comunidad pueden pagar una red de wifi privada o un plan con datos móviles para mantenerse al tanto de las noticias. 

Esta comunidad al sur del lago de Valencia, con 13 mil 786 habitantes, según el último censo poblacional del Instituto Nacional de Estadística, puede pasar horas e incluso días sin enterarse de lo que sucede en Venezuela y el mundo. Además, los cortes diarios de electricidad, que se prolongan hasta cinco horas unas tres veces al día, también afectan las comunicaciones.

Desde hace algunos años, en Belén dejaron de vender los principales periódicos de la región. Según varios vecinos, el único kiosco que los traía dejó de ofrecerlos. La ONG Espacio Público registró que para el año 2023 los medios impresos venezolanos representan sólo una cuarta parte de lo que eran antes del 2012. Ante el vacío informativo, las redes sociales tomaron el espacio de algunos medios de comunicación. La única forma de acceder a las noticias es mediante internet.

Belén
Elimar Silva. Foto: Patricia Ochoa

 

Campañas electorales en un desierto informativo

Elimar admite que lo poco que conoce de algunos candidatos se debe a campañas puerta a puerta. Ella reclama que los políticos deberían promover los asuntos públicos tanto como lo hacen con sus propagandas electorales. “Se ponen en la plaza, entregan tickets, pasan por las casas. Eso sería bueno que lo hicieran también cuando sacaran algún proyecto. Pero no, eso siempre pasa en temporada de elecciones”. 

El estudio Atlas del Silencio del Instituto Prensa y Sociedad Venezuela (IPYS Venezuela) cataloga como un desierto informativo a las localidades que no son cubiertas por medios de comunicación, donde sus habitantes no tienen acceso a noticias actualizadas sobre su entorno

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Carlos Arvelo es el único desierto informativo de Carabobo y una de las 133 localidades (36 % de los 335 municipios del país) donde los ciudadanos no pueden acceder a información local. Según revela esta investigación, 7 millones 25 mil 427 venezolanos viven actualmente en desiertos informativos.

Pero no todos en Belén se sienten afectados por no enterarse de las noticias a través de los medios de comunicación. Jessika Coronado, vocera del consejo comunal del sector José Antonio Saab, piensa que no es tan difícil acceder a las noticias. «Tenemos el teléfono y uno se puede meter en Google mientras hay luz, porque el día que se va, estamos desconectados totalmente«. Comenta que en Belén dependen de dos antenas (Movistar y Digitel) que brindan señal a toda la comunidad. El servicio de Cantv dejó de funcionar hace años y las autoridades no hicieron nada para reactivarlo. 

 

¿Las redes sociales son un riesgo o una oportunidad? 

Daniela Alvarado Mejías, coordinadora de libertades informativas del IPYS Venezuela, explica que además del diagnóstico a los medios de comunicación nacionales, la organización realizó una consulta ciudadana en la que constataron que las personas prefieren acceder a información a través de las redes sociales. “Se han convertido en los referentes en acceso a noticias”, afirma. 

Alvarado destaca además que los usuarios dejaron de referirse a los medios de comunicación como fuente: la relación del dato consultado dejó de estar vinculada al medio y pasó a ser parte de plataformas digitales como TikTok, Facebook o WhatsApp. 

Agrega que a pesar de las oportunidades que representan para el periodismo estas plataformas digitales, aún es un riesgo para las poblaciones vulnerables ante el contenido que circula en las redes sociales generado por grupos que buscan contribuir a dinámicas de desinformación y silenciamiento. “La convivencia de redes sociales y periodismo, las dinámicas de desinformación, son un tema prioritario. Más allá de los desafíos y riesgos este estudio (Atlas del Silencio) nos habla de oportunidades e iniciativas que pueden darse en este ecosistema». 

 

Belén
Jessica Ochoa. Foto: Patricia Ochoa

 

Los mitos cobran fuerza ante la hegemonía comunicacional 

En Belén no todos tienen las mismas oportunidades. Gladys Ovalles atiende una pequeña bodega y cuenta que revisa los mensajes más importantes en su teléfono durante las mañanas. Se abstiene de ingresar a las redes sociales para no consumir todos sus datos móviles. 

A sus 60 años no puede costear una red de wifi privada y el alquiler de cinco dólares mensuales por acceder a la de un vecino dejó de ser rentable hace un tiempo. «Belén está olvidado y sus habitantes también», subraya. 

Gladys solo sabe que Maduro competirá con “un tal Edmundo”, por lo que le dijeron sus conocidos y leyó en su teléfono. Se muestra reticente a investigar más de los candidatos, porque a su juicio es una pérdida de tiempo. También desconfía de la idea de participar en las elecciones presidenciales. 

“Si votas a favor saben, si votas en contra también saben. Entonces es mejor quedarse uno neutro ahí. Eso antes era secreto, ahora hay mucha tecnología”, argumenta. La mujer teme que le quiten los beneficios que otorga el Estado. “De mucha gente yo he oído que le quitaron los bonos porque no votó. Guíate por ahí”. 

Eugenio Martínez, periodista especializado en el tema electoral y director de Votoscopio, explica que la percepción que los ciudadanos tienen con el secreto al voto es uno de los elementos que más ha incidido en la dinámica electoral. “Aunque hasta el cansancio se ha auditado el sistema para ratificar que el voto es secreto, al menos 40 % de los venezolanos cree que el voto no es secreto o tiene algún tipo de duda”, precisa. 

Aclara que es más importante ver la percepción de triunfo en las encuestas ante la intención de voto, porque en una elección donde el gobierno cree que va a ganar, los ciudadanos tienden a pensar que el voto no es secreto y se convencen a sí mismos de no sufragar para evitar posibles represalias

Belén
Gladys Ovalles. Foto: Patricia Ochoa

 

La gente tiene que salir a votar sin temor» 

Argenis Castillo comparte con Elimar, Jessika y Gladys el restringido acceso al internet y la frustración por los constantes cortes de electricidad, pero se diferencia por su conocimiento del contexto electoral

El agricultor se informa del acontecer nacional a través de canales de WhastApp creados por periodistas independientes. A pesar de que cree en la filtración de listas de votantes, dice que se debe sufragar para que el país se recupere. “La gente tiene que salir a votar sin temor. Lo que piensan es: ‘ay, me van a quitar el bono’. Necesitamos un cambio porque estamos hundidos. Tenemos que pensar en los nietos y en que las personas que están fuera regresen”. 

En el municipio Carlos Arvelo hubo 63,63 % de participación entre los 105 mil 791 electores inscritos, según la ficha técnica de resultados de las elecciones presidenciales de 2018 del CNE. En Belén, de 10 mil 612 electores se registraron 6 mil 381 votos válidos, con 60,65 % de participación.

 

Belén, un reflejo de la percepción de la censura en Venezuela

Medianálisis, organización que promueve la comunicación democrática, realizó un estudio sobre la percepción de la censura y autocensura, en el segundo semestre del 2023. Tras acudir a tres comunidades suburbanas, dos universidades y una comunidad vulnerable en el estado Lara, sus integrantes determinaron que más de la mitad de los encuestados percibe riesgo al hablar de temas políticos y que 20 % tiene temor de expresar su opinión sobre líderes políticos

Mariela Torrealba, directora académica de Medianálisis, indica que 83 de 105 ciudadanos consultados sienten temor de ser detenidos por expresar su opinión. Otros miedos que señalan son la pérdida de la bolsa de los Comité Local de Abastecimiento y Producción (CLAP), expulsión del trabajo y retiro de la pensión. 

“Las acciones calificadas de mayor riesgo por la ciudadanía son las protestas de calle, seguida de la expresión de opiniones políticas en las redes sociales”, detalla.

A pesar del limitado acceso a la información, fallas de los servicios públicos y el temor por ejercer el derecho al voto, Elimar, Jessika, Gladys y Argenis aseguran que el próximo domingo 28 de julio participarán en las elecciones presidenciales. “Por el bienestar de nosotros, la mejoría de nuestra comunidad y el país”, insiste Jessika.


Este contenido es un producto del taller Cómo hacer una cobertura electoral de calidad en tiempos de desinformación, de la Escuela Cocuyo 2024, el programa  de formación y actualización de Efecto Cocuyo.


 

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